Si existe un lugar al que siempre necesites ir una y otra vez, ese es entonces el desfibrilador. Si tienes el alma quebrada, esta es una razón más para quebrarte. 

No te sanará este libro, no te ayudará en lo absoluto, alimentará con una profundidad casi divina tu sed existencialista, tus deseos de tirar todo por la ventana excepto tú. Repleto de personajes diversos, "Desfibrilador" es una de esas lecturas que, sencilla y redondamente, te rasga el ser. 

En un poema lees el cielo, y en el otro te encuentras en el círculo más profundo del infierno. Su autor no se equivocó al elegir ni siquiera los signos de puntuación.

Puedes obtener este libro en digital y otros recursos que comparto mensualmente siendo colaborador de este blog. Aquí te explico cómo convertirte en colaborador y los beneficios que obtendrás.

Y para aquellos que no les gusta llorar mientras leen, lo mejor es que eviten este libro. Cuenta demasiadas veces los vacíos que cada ser humano experimenta. Una carta a la madre, una niña que está siendo acosada por un monstruo, otra carta a alguien que se desconoce y que se espera el momento del encuentro, son algunos de los retratos más atractivos de esta entrega.

Sinceramente, he leído más de seis veces esta obra, y ya he perdido la cuenta de cuántas veces la he escuchado en audiolibro, y en cada una me salta una lágrima al menos. Y es que incluso en el título del libro, el autor fue tan exacto como lo debe ser un cirujano intentando reparar alguna arteria importante que atraviesa el corazón.

Hay muchas cosas que podría decirse de este libro, todas buenas o todas malas. Llega el punto en el cual no sabes definir entre el placer de leerte entre esas líneas o las desdichas de ser tantas personas como las que describe cada parte de esta lectura.



Considero personalmente que muy pocos escritores han podido calar tan profundamente en la existencia del alma al punto de envolver todos los sentimientos como lo ha hecho en este libro su autor.

Y en honor a la verdad, debo hacer una advertencia. Te drogarás una y otra vez, porque este libro es como cocaína espiritual de la que no puedes desviarte, de la que provoca una sed constante de regresar a ella. Si lees el libro en formato digital, no te importará gastarte lo que sea por ir y comprarlo en formato físico, porque joyas como esta todos queremos tenerlo, no en el estante o en la biblioteca de nuestra casa, sino debajo de nuestra almohada y lo más cerca de nuestro pecho posible.

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Su estilo de escritura es tan poético como sádico, tan sutil como objetivo, tan alto que me atrevería a jurar que algo como esto era lo que intentaban alcanzar los constructores de la Torre de Babel.

Y justamente menciono la Torre de Babel porque lo único que provocará este libro una vez terminado es que confundas la vida con la felicidad, el placer con la locura, y aprendas que todos los seres humanos tenemos los mismos misterios, guardamos las mismas quejas, y que aún con mil y unas razones para desistir, dejamos que sea la vida la que nos sorprenda con un ataque cardíaco y no abandonamos este camino en medio de una operación a corazón abierto.

Sé que antes te recomendé que no lo leyeras, pero incluso queda dentro de mí aquel triste pensamiento de que si te vas de este mundo sin haber olfateado estas letras, tendré que vivir lo que me resta con la responsabilidad de impedir que alguien toque el cielo con sus ojos.
“El insomnio me está cobrando todas
las cosas que nunca te dije”.

 Y déjame decirte que las fibras de mi corazón han quedado tan débiles tras consultar este libro que no sería capaz de vivir con tal responsabilidad.

Así que te lo diré de una vez: corre a la primera librería que encuentres, busca este ejemplar, cómpralo, ve a una cafetería y cómprate el mejor café, y si tienes la oportunidad, siéntate frente a él y empieza la lectura. Volverás a nacer en cada hoja, pero no te preocupes, morirás antes de avanzar un poco en ellas. El libro mismo te hará constantes reanimaciones, volverás a la vida, morirás muchas veces, pero volverás.

Posdata: Olvidé mencionarte que también compres unos cuantos pañuelos.

Escucha el audiolibro 


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